A medida que cerramos el 2023 es hora de replantear nuestra contribución al futuro del planeta. El reloj del cambio climático no da tregua, y nuestras acciones como empresarios serán determinantes. Este es el momento de establecer resoluciones claras de acción climática para el 2024 con la convicción de que cada decisión que tomemos, cuenta.
La ciencia es clara para el cambio climático. El aumento de la temperatura promedio ya es de 1.2 °C respecto a la época preindustrial y necesitamos reducir las emisiones a la mitad en 6 años. Además, se evidencia una reducción en la “circularidad” global: del 9,1% en 2018 al 7,2% en 2023. Esto significa que más del 90% de los materiales se desperdician, se pierden o no están disponibles para su reutilización (Deloitte, 2023).
Según el Reporte de Acción Climática Empresarial de Latinoamérica, desarrollado por Libélula, el 87% de las empresas encuestadas ha tomado alguna acción por el clima y el 69% está midiendo sus emisiones. Sin embargo, solo el 30% cuenta con un Plan de Acción Climática para organizar y direccionar sus acciones hacia sus objetivos de descarbonización, y un porcentaje aún menor (22%), ha analizado sus riesgos frente al cambio climático. ¿Cómo se puede saber si la acción climática de tu empresa está a la altura del contexto que estamos viviendo?
Antes de trazar metas y una ruta a seguir, es esencial realizar un concienzudo diagnóstico interno. Se trata de evaluar cuál ha sido el avance hasta hoy, no solo para conocer el punto de partida sino también para valorar y comunicar lo avanzado. Asimismo, aprovechar las oportunidades, buscar orientación y referentes, enfocar los esfuerzos y recursos, establecer alianzas, priorizar tareas e indicadores, e identificar qué nuevas habilidades se requieren. El autodiagnóstico de madurez climática no debe ser un evento único, sino un proceso continuo.
El 2024 debe ser un año de resoluciones claras y transformadoras. Establezcamos metas que trasciendan los límites de lo convencional. Desde la reducción significativa de emisiones hasta la integración completa de prácticas circulares, involucrando a toda nuestra cadena de valor; nuestras resoluciones deben reflejar el compromiso inquebrantable de nuestras empresas con un futuro sostenible. La innovación debe ser nuestro catalizador de cambio. Además, comprometámonos a la transparencia y rendición de cuentas. Comuniquemos regularmente los avances hacia nuestras metas climáticas.
Forjemos este 2024 un legado que trascienda nuestras empresas y defina nuestra contribución positiva al mundo. El reto es monumental, pero también lo es el potencial de las empresas para la transformación.