El comienzo de un nuevo año nos invita a reflexionar sobre la resiliencia empresarial y la crisis climática. Nos acercamos al 2030, que es decisivo para lograr el ambicioso objetivo de reducir las emisiones globales en 50%, y evitar los peores impactos. El informe Integrity Matters presentado por expertos de alto nivel en la COP27, proclama la importancia del involucramiento de las empresas, el sector financiero y las ciudades en la acción climática; de ello depende la posibilidad de “escalar la ambición para garantizar un planeta sostenible, o incrementar la posibilidad de fracasar en el intento”.
Es una tendencia en las empresas más grandes del mundo plantear metas de carbono neutralidad y analizar el riesgo climático. Pero, ¿cómo estamos en Latinoamérica? Existe poca información al respecto, dado que el porcentaje de empresas que publican sus compromisos y avances es bajo; por ejemplo, solo un 3% de empresas en la plataforma Science Based Targets (SBT) son de LATAM. Con el objetivo de conocer cómo las empresas de la región están contribuyendo al Acuerdo de París y comprender sus motivaciones y desafíos, Libélula creó el Reporte de acción climática empresarial de Latinoamérica, una investigación que incluyó a 109 empresas de 9 países.
Una buena noticia es que el número de empresas que está midiendo su huella de carbono ha aumentado 28% en los últimos 5 años y que, además, están ampliando los alcances de medición. Un tercio de ellas está contemplando las emisiones de su cadena de valor. Por otro lado, el 72% ha identificado medidas para reducir sus emisiones, pero sólo el 32% cuenta con un plan concreto para hacerlo.
De acuerdo al Reporte, iniciarse en el camino de la sostenibilidad no es fácil para el sector empresarial latinoamericano. Los incentivos, regulaciones, y la demanda de cambio por parte de los consumidores y el mercado, son incipientes. Sumado a esto, la mayoría opera en economías emergentes, muy afectadas por la COVID-19. Sin embargo, las empresas más maduras decidieron tomar acción porque identificaron los futuros riesgos y eligieron anticiparse. Ellas manifiestan que han logrado ahorros significativos, cubrir nuevos nichos de mercado, mejorar su licencia para operar y crear empleo.
El sector empresarial de la región enfrenta diversos desafíos en su camino hacia la sostenibilidad. Conocer su nivel de madurez climática, así como medir su huella de carbono son dos pasos decisivos para construir empresas más resilientes que contribuyan hacia un planeta más sostenible.