De la utopía a la realidad: la oportunidad latinoamericana en el G20
Organizaciones firmantes: Transforma, Instituto Talanoa, WWF, Argentina 1.5°C, POLEN Transiciones Justas, La Ruta del Clima, Chile Sustentable, Grupo de Financiamiento Climático para Latinoamérica y el Caribe (GFLAC), International Energy Initiative (IEI Brasil), Fundación Avina, Natural Resource Governance Institute (NRGI), The Nature Conservancy Colombia, Observatório do Clima (OC), Associação Alternativa Terrazul, Instituto de Estudos Socieconômicos (INESC), Instituto de Pesquisa e Formação Indígena (Iepé), Revolusolar, Global Methane Hub, Libélula, Uma Gota No Oceano, Instituto Brasileiro de Defesa do Consumidor (Idec), Iniciativa Climática de México (ICM).
Presidente Lula,
Hace poco más de 200 años se gestó un movimiento revolucionario con espíritu independentista y de integración, que cambiaría el rumbo de nuestra región, dando paso a nuestras naciones modernas, hoy no exentas de retos de desarrollo. Pero, la integración latinoamericana sigue siendo una utopía. Hoy, usted tiene una oportunidad crucial, desde la capitanía del G20, para librarnos de la industria de los combustibles fósiles y promover la camaradería latinoamericana.
Usted puede -y debe- liderar una coalición de países en desarrollo bajo el G20. Aplaudimos la bienvenida de la Unión Africana como miembro permanente al G20, así como las invitaciones a los jefes de gobierno de Uruguay y Paraguay a participar de la Cumbre en 2024 y a los 20 Países Vulnerables (V20), en uno de sus grupos de trabajo. Es alentador ver más representación de países en desarrollo en este espacio multilateral de relevancia global.
Esta ‘parcería’ con otros jefes de gobierno de la región podría seguir con México y Argentina, que también hacen parte del G20, y convertirse en una presencia regional coordinada. Es más lo que nos une, que lo que nos separa. Este momento político podría servir a la exploración de puntos en común, de sinergias y de complementos económicos, políticos y climáticos, que permitan construir un legado de agenda regional que resuene alto y fuerte frente a los intereses de los países más desarrollados y poderosos del mundo.
Las Organizaciones de la Sociedad Civil nos imaginamos a un G20 declarándole al mundo su voluntad política de promover una transición energética justa que nos libere de economías extractivistas; un G20 que le apueste a Latinoamérica como una región con el potencial de implementar acciones tempranas y volverse un referente internacional con la justicia ambiental y social al centro de dicha transición; y un G20 que valore la biodiversidad y riqueza de nuestros ecosistemas. Nosotras, desde América Latina y el Caribe, podemos ayudarle en esta labor titánica.
Presidente Lula, lo exhortamos a que, bajo su liderazgo, se logren los siguientes compromisos:
Primero, que el G20 otorgue una solución efectiva y real a los inconmensurables niveles de deuda y las notables disparidades que impiden a los países en desarrollo lograr una respuesta justa y suficiente a la crisis climática y evitar una nueva ola de endeudamiento externo del Sur Global. Es fundamental transformar los objetivos y operación de las instituciones financieras para internalizar cambio climático y gestionar la deuda, diseñando y aplicando instrumentos como canje de deuda, y la suspensión o cancelación de la misma para los países más vulnerables; y, gestando una alianza entre los Bancos Multilaterales y Nacionales de Desarrollo para reducir su aversión al riesgo al invertir en regiones en desarrollo.
Segundo, que los países del G20 lideren la eliminación progresiva del petróleo, el gas y el carbón, particularmente para disminuir las emisiones de CO2 y de metano, reduciendo la producción de combustibles fósiles en alrededor de un 40% de aquí a 2030. Indudablemente, este es el objetivo con mayor potencial de transformación para evitar que el número de catástrofes ambientales siga aumentando y podamos impedir el desplazamiento climático de millones de personas. Esta eliminación progresiva debe tener en cuenta la promoción de medios de vida alternativos. Esta es la única manera de que los demás esfuerzos de superar esta crisis climática tengan un efecto real.
Tercero, que el G20 implemente su compromiso reciente de triplicar la capacidad mundial de energía renovable, apoyando el despliegue, particularmente, de generación eólica, solar, bioenergía moderna e hidrógeno verde, en regiones en desarrollo. Si bajo su liderazgo en 2024, el G20 se compromete a invertir sustancialmente en el potencial que tiene América Latina y el Caribe, África y Asía para ser 100% renovables a 2040, esto se traduciría en un impulso concreto a la hora de lograr el objetivo mundial de que al menos, para 2030, el 70% de la generación de electricidad sea a partir de renovables.
Cuarto, que el G20 colabore con América Latina y el Caribe para promover salvaguardas ambientales y sociales en el marco de una transición energética justa, tanto en la minería, como en la generación de energía renovable. La extracción, producción y disposición final de los minerales críticos necesarios para estos fines, debe garantizar los más altos estándares sociales y ambientales, evitando a toda costa las violaciones de los derechos humanos, el daño a los ecosistemas, la corrupción y el desplazamiento de personas.
Quinto, que el G20 apoye a los países amazónicos de América Latina para alcanzar la deforestación cero, combatir la minería ilegal de oro y conservar el 80% de la Amazonia a 2030, evitando el punto de no retorno de este bioma. Para esto es clave el apoyo a la implementación de la Declaración de Belém incluyendo medidas concretas para combatir las ilegalidades y crímenes ambientales y promover el bienestar de las comunidades locales y pueblos indígenas.
Sexto, que el G20 dé continuidad a la agenda de adaptación a la crisis climática iniciada bajo la Presidencia Argentina. Es fundamental que se visibilicen las necesidades y prioridades de adaptación para la región y cerrar las brechas de implementación, en particular, el financiamiento. Debe haber un apoyo explícito a nivel político y una labor técnica para la implementación del marco de la Meta Global de Adaptación a lanzarse en la COP28.
Presidente Lula, está en sus manos despertar el poder que puede llegar a tener el G20 para estar a la vanguardia en el reto más agudo de la supervivencia de la humanidad como la conocemos; y para unir y posicionar a la región en este momento de gran necesidad de acción colectiva mundial. La sociedad civil latinoamericana está a su disposición para apoyarle.
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