Las metas de carbono neutralidad son la estrategia principal de las empresas frente a la crisis climática, y las lecciones del COVID han acelerado su adopción. Al 2022, el 91% de la economía global está cubierto por compromisos de carbono neutralidad (Net Zero Tracker). A nivel corporativo, el reporte global de Accenture (Accelerating global companies toward net zero by 2050) muestra que más de un tercio de las empresas más grandes tienen una meta de carbono neutralidad, un aumento del 11% respecto a diciembre del 2021. Para América Latina, el Reporte de Acción Climática Empresarial de Latinoamérica de Libélula y nexos+1 que buscó medir la “madurez climática” de las empresas, indica que 24% de 109 empresas entrevistadas en 9 países se han comprometido a ser carbono neutrales al 2050.
A nivel mundial empresas líderes están planteándose objetivos cada vez más sofisticados, fomentando acciones de corto plazo como la transición hacia energías renovables y desarrollando estrategias de mitigación y adaptación al cambio climático. La cantidad de empresas que planean aumentar su inversión en sostenibilidad ha aumentado en el último año, y el gasto en energía renovable también. Pero ¿cómo transformamos ese crecimiento en una solución real a la crisis climática que sea económica y socialmente rentable?
En primer lugar, asegurándonos de que las metas sean alineadas con la ciencia, ambiciosas, aspiracionales, y contextualizadas. La ciencia nos dice que debemos recortar las emisiones mundiales a la mitad al 2030. Esta es una referencia que todas las empresas podrían usar para evaluar si sus metas están alineadas con la ciencia.
Aquellas que puedan ir más allá, deben hacerlo, y apoyar a otros en su cadena de valor, a hacerlo también. Es esencial contextualizar las metas para asegurar que potencien esfuerzos de alto valor económico y social, como la generación de empleo y la reducción de la pobreza. Solo el establecimiento de metas con las características antes descritas logrará catalizar innovación, aprovechar la oportunidad de generar nuevos negocios y lograr una verdadera reducción de los riesgos que trae la crisis climática.
En segundo lugar, con acción real. Si bien las cifras son alentadoras en cuánto al establecimiento de metas, no lo son respecto a la tendencia real de reducción de emisiones. Las empresas tienen que comenzar desde ahora con acciones que habiliten la descarbonización de sus operaciones y sus cadenas de suministro. El aumento de la eficiencia energética y de materiales, con enfoque de economía circular, la electrificación, el uso de fuentes renovables de energía, la gestión de ecosistemas con enfoque regenerativo y la adopción de un precio interno de carbono son algunos ejemplos. También debemos pensar en desarrollar tecnologías verdes y productos y servicios bajos en carbono.
Finalmente, aseguremos que nuestras empresas estén analizando su información sobre emisiones, energía, agua, residuos, riesgos e impactos ambientales con la misma seriedad que la financiera o de negocios. Solo así lograremos acelerar la carbono neutralidad.